Ya estoy de vuelta. Después de tres años de geofumadas, decidí tomarme un descanso que ya me hacía falta. He tenido tiempo de hacer un par de viajes no necesariamente de trabajo, verme el mundial tranquilo, y hacer algo de arte empírico de ese que relaja.
Volví a pintar, pero esta vez no al óleo, quiero jugar con el acrílico y pasta de textura. Para que mis hijos no me destruyan las ganas, les compré unas cambas, un caballete miniatura, óleos y aguarrás para que se den gusto con el arte que ya traen.
Aquí les muestro los resultados de los casi ocho años de mi hija, que apenas se había atrevido con acuarelas y témperas.
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Con el primero aprendió varios conceptos que a mi no me enseñaron en la primera vez: a pasar la capa de imprimación con aguarrás para evitar que se le cuartee seco, a controlar los bordes entre tonos planos, a no dejar espacios blancos, a no usar el pincel muy seco y nunca poner el color en el tono directo que viene en el tubo.Y mientras mi hijo se quejaba porque Holanda no hacía nada en la final… se atrevió al segundo. |
Finalmente terminó luego de 44 minutos, con pintura en los cachetes y en las manos.Sin duda, ya no va a necesitar mis básicos consejos. Tiene las ganas y el colmillo.
Ya veremos cuanto le duran los insumos que le dejé. Ahora iremos con mi hijo, que muy pequeño lo había intentado con óleo sobre lienzo sin imprimación. |
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Que bueno que le dediques ese tiempo y le enseñes algo que puede ser tan simple como «usar la creatividad a través de algún medio» . Ojalá todos los niños tuvieran unos papas que les enseñan a arriesgar en estas cosas «fáciles» y les dedican ese tiempo que al final de los años es tan valioso…
Un beso y me alegro que estés de vuelta y hayas descansado!