Cuando leemos las diferentes teorías que respaldan la comunicación que conlleva la cartografía, tanto como ciencia para representar los fenómenos geográficos, como arte para darle a esta información la estética necesaria, nos damos cuenta que el momento en que vivimos incluye múltiples acciones en el diario vivir donde hacemos uso de la georeferencia como acción cotidiana.
Desde el momento que encendemos un dispositivo móvil, la información que enviamos o recibimos está asociada a la georeferencia: El clima, las últimas noticias, las redes sociales, la consulta de un mapa, activación del GPS o etiquetado de imágenes. Es claro que esto no llegó de la noche a la mañana, siempre será relativa la impresión que tenemos de vivir un momento inédito, y pese que reconocemos la casi ilimitada capacidad del ser humano para la invención, nos es imposible imaginar qué podría estar sucediendo 25 años adelante. De la misma forma quizá nadie imaginó esto hace 25 años, especialmente en una época en que las tecnologías de información y las ciencias computacionales han disparado de forma exponencial masificación de la innovación para consumo cotidiano.
Si bien el criterio de georeferencia ha sido una acción natural del ser humano, considerar su identificación en un dispositivo o mapa impreso, por mucho tiempo fue una actividad especializada y con acceso solamente a un grupo privilegiado de personas. De modo que analizar el aspecto intrínseco de la Georeferencia es importante tanto para su determinación particular como para proyectar lo que podría suceder en otras disciplinas en los próximos años. Veamos entonces las implicaciones de este aspecto.
¿Cómo llegó a ser Intrínseca la georeferencia?
La razón es simple en principio: porque la geolocalización es parte del diario vivir. Cada día necesitamos desplazarnos en un ambiente tridimensional, donde conducimos veinte cuadras a la derecha, seis a la izquierda, bajamos dos niveles para estacionar un auto y subimos cuatro niveles para trabajar en una oficina. Esto podemos hacerlo a diario y cuando necesitamos describirlo en una hoja de papel o graficarlo en un anuncio publicitario, es cuando somos más conscientes. Pero esa geolocalización por mucho tiempo fue local y de interés individual, de modo que se hacía como una rutina diaria.
Kanakubo (1) nos explica en su ponencia del Desarrollo de la Cartografía Contemporánea, que la evolución de la teoría de la cartografía ha estado asociada a los intereses de entidades importantes en momentos específicos; por ejemplo los imperios conquistadores, los equipos de milicia en guerras, o los emporios económicos internacionales. Esos momentos crearon la necesidad de ver la georeferencia con un alcance más allá de lo local, como ver los países vecinos, el continente y como es la onda actual: el pensamiento globalizado.
El momento que ahora vivimos, hace que el interés de mantener un mundo conectado, requiera el uso de la georeferencia en rutinas de desplazamiento. Justo eso es lo que ha traído el aspecto intrínseco: las tiendas requieren indicar dónde están sus locales, los clientes necesitan llegar, los fabricantes de tecnologías se obligan a desarrollar aplicaciones, la academia ofrece nuevas alternativas educativas en este ámbito y, esta competencia trae la innovación a los usuarios. Por supuesto, el usuario final ni siquiera es consciente de esto, y a eso es a lo que llamamos Intrínseco, pues está en el diario vivir.
Beneficios de la geolocalización intrínseca
Hay muchas razones porqué creer que esto es beneficioso, pese que luego hablaremos de riesgos. Desde el punto de vista de quienes sostenemos nuestras economías a partir de la ciencia y tecnología de información geográfica, el mayor beneficio está en la necesidad cada día mayor de nuestros servicios. Sea que desarrollamos aplicaciones, capacitación, vendemos productos o servicios, el hecho que la georeferencia sea una necesidad, nos beneficia.
Pero más allá de nuestros intereses particulares, un beneficio importante está en la disponibilidad de aplicaciones para el ser humano, cada día con más funcionalidades basadas en la geolocalización. Veamos lo fácil que es ahora desplazarse utilizando un asistente de GPS disponible en el vehículo, y pensemos las posibilidades de no haberlo tenido y que el viaje haya sido por razones emergentes. También podemos ver el beneficio de un usuario que puede colocar en un geoportal de Internet sus productos, que son adquiridos por un cliente fuera del país, sin necesidad de hacer contacto directo.
Las disciplinas asociadas a las geo-ingeniería son evidencia de beneficios de la geolocalización. Los equipos destinados a la captura de datos en campo, cada día son más precios. Pero también cada día se dificulta conocer el límite entre las funciones de campo y gabinete, gracias a que la georeferencia está implícita tanto en la captura, como modelado y operación de infraestructuras. Estándares como el BIM (2) pretenden llevar la geolocalización a dimensiones más allá de lo pensado, como la operación, el tiempo y los costos.
También hay un gran beneficio en la producción de información cada día más eficiente y cotidiana. La colaboración voluntaria hoy día es interesante en el desarrollo de sistemas como por ejemplo Open Street Maps, un catálogo de alcance mundial, con cartografía que ha sido producida por la comunidad de usuarios gracias a una dinámica conocida como Crowdsourcing. Esto hubiera sido imposible si no se vuelve intrínseca la geolocalización, pues para producir esta información no es necesario un esfuerzo más allá de activar la función de compartir en el dispositivo móvil y aceptar la subida de datos.
Así que si profundizáramos la magnitud de beneficios en la geolocalización, seguro la lista sería muy amplia. Especialmente enfocados en la economía, una mejor gestión del tiempo, la colaboración, la seguridad y la oportunidad de innovar en beneficio del ser humano.
Riesgos de la georeferencia intrínseca
No todo será color de rosas en un ambiente tan incierto como la democratización de la información. Hay riesgos asociados, en los que el único culpable suele ser la misma persona humana.
Entre estos podemos mencionar, la pérdida de privacidad. El hecho que estemos dependiendo de un dispositivo conectado a señales GPS, implica la entrega de la información de geolocalización que en otro tiempo era totalmente privada. Y si bien podría ser de mucha utilidad para algunos el saber dónde están sus hijos, también sería peligroso que los delincuentes conozcan esa misma información. La privacidad al final es una situación relativa que tiene sus riesgos.
Otro riesgo está en el planteamiento de Crampton (3) en su disertación de la ciencia vinculada a los mapas: plantea que costó mucho que los mapas llegaran a tener la calidad y respaldo científico que ahora tenemos. Pero el hecho que llegue a ser una acción intrínseca la consulta y generación de mapas por parte de usuarios no especializados, trae el riesgo de perder calidad o criterios estandarizados. Es conocido la postura que entre más ágiles sean las funcionalidades de un desarrollo científico, menor será el esfuerzo del cerebro y por lo tanto un riesgo de retroceder en inteligencia.
En conclusión, la georeferencia intrínseca constituye la inclusión de la geolocalización en las diferentes rutinas del ser humano, tanto científicas, como técnicas o cotidianas. Esta georeferencia ha evolucionado al grado que lo hacemos de forma automática. Los beneficios son mucho mayores que los riesgos, por lo tanto será necesario estar vigilantes de las tendencias, tanto para encontrar oportunidades como para plantear soluciones.
(1) Tositomo Kanakubo, The Development of Contemporary Theorical Cartography
(2) Building Information Modeling
(3) How Mapping became Scientific
(4) Tomado con el permiso del autor: El profesor dijo que no era el ensayo que quería para su clase, que esperaba algo menos analítico, más lineal, más unidicreccional, en fin menos georeferenciado. Suficiente razón para reciclarlo aquí.