Esta vida se parece mucho a un bordado con un diseño multicolor, estirada por dos aros de madera así como lo hacíamos en la escuela. Cada puntada que hoy damos, se convierte en una marca del diseño que en su totalidad representa nuestras vidas, y que por cierto mientras no hacemos el nudo final, estará incompleto. Cada hebra se conecta con una que antes hemos hecho, en otro color, en otro tiempo, en otra puntada, en diferente espacio; y también estará conectada a otras acciones que tarde o temprano nos recordarán buenos o malos momentos de nuestro paso por la vida.
El otro día un catedrático de esos que tienen la fórmula mágica de cambiar el mundo, pero un pesimismo suficiente para asegurar que el país no puede cambiar o que la única salida es la punzada certera de bisturí en la muñeca izquierda, nos lanzó este reto:
-Díganme una cosa que ustedes vean de esta vida, que los haga feliz.
Por un momento titubeé, pero eché mano de lo que ya alguna vez había dicho. Le hice ver hechos sencillos de una rutinaria semana que nos traen entera satisfacción, si dedicamos a ello suficiente pasión. Finalmente no se si se convenció pues es difícil hablarle del sabor de las naranjas a quien nunca ha probado una. Conste, vivo en un país centroamericano que está en el extremo de la tabla de violencia, pobreza y corrupción.
No cambiaría por nada, ir el viernes por la tarde a la pista olímpica, y luego de unas cuantas vueltas en recompensa inversa de los chicharrones de la Granja El Carmen, sentarme con este individuo y ver como su inocencia, inmadurez, rebeldía y sueños me recuerdan que yo mismo cambiaría muchas cosas por saber que él es feliz. Porque eso me hace feliz. Aún aquellas que son parte de mi libertad y pasión pero que lo pondrían en riesgo.
A sus 13 años, tiene los sueños que lo harán ser exitoso más allá de lo que yo he sido. Y eso me hace feliz, pese que faltan años retadores y ya está en los días que cuestiona las reglas, levanta la voz… pero también abraza y dice «te quiero papi».
Luego de presentar el experimento demostrativo de la geolocalización, ha llegado a estar seguro que tiene una de las mejores maestras de Ciencias Naturales. Aunque también me confesó que está convencido que ella misma no entendió ni papa del tema, luego que dijo «todos deberíamos estar interesados en estas computadoras satelitales«.
Seguro que hay cosas en la vida que van muy mal, pero que tu hija se te suba encima y te diga que disfruta esas dos horas del viernes por la tarde… te cambia la vida.
Pese que en la foto la camisa se embomba hacia abajo y pareciera que estoy embarazado, me encanta la foto, la posición y su sonrisa.
Son esos pequeños momentos de la vida, los que nos recuerdan que la vida tiene sentido. No crean, me preocupa que esta chica a sus 10 años se retiene unos buenos minutos en el espejo y tiene un gusto demasiado prematuro por los zapatos.
Pero vivir el momento, le da sabor a las palabras. Tenerla como un chicle en la espalda y hacer la carrera del camello, no solo me confirma que ya no tengo 27 años… también que todavía lo disfruto.
Anoche iniciamos de nuevo ese rompecabezas de 3,000 piezas. Pese que mi esposa resentirá la mesa del comedor durante un par de semanas, es el tiempo de estar juntos lo que vale.
Mi madre que está de visita por mi casa se sumó y casi amaneció trabajando en una pasión que dice solamente la ha podido disfrutar ahora que tiene nietos. ¡Y vaya que lo disfruta!
Por la tarde del domingo, mientras comía una deliciosa ensalada tailandesa en La Crepería, meditaba un poco en cómo muchas veces el tiempo se nos va, lamentándonos por las decisiones que pudimos haber tomado. Por aquella chica de la escuela que no volvimos a ver, por la carrera que abandonamos por la que ahora tenemos.
Y justo eso nos puede hacer perder el tiempo en las cosas que ahora tenemos y que deben traernos pedazos de alegría. Pese que no estamos contentos con la política cambiaria, por que la balanza de pagos sea negativa o porque el Acuerdo Busan será solo un paso más para evidenciar que los políticos de este país no pueden sacarlo adelante.
Me gusta el rótulo que está en la entrada de esta Crepería, al fondo de la imagen que en la letra de Isabel Allende dice:
Me arrepiento de las dietas, de los platos deliciosos rechazados por vanidad, tanto como lamento las veces de hacer el amor que he dejado de hacer por ocuparme de tareas pendientes o por virtud puritana, ya que hacer el amor es componente de la buena salud, inspira la creación y es parte del camino del alma… Por desgracia me demoré 30 años en saberlo!!!
Las decisiones en la vida, las tomamos porque amamos lo que tenemos. El recuerdo de lo pasado, es la evidencia de la costura del alma. Más intenso no pudo ser, y si ya no lo es, lo es el recuerdo.
Las cosas que nos hacen felices en la vida, a largo plazo, son las que no deberíamos cambiar en nuestra rutina semanal.