El tema se ha convertido en una bomba mundial en un momento que ya las legislaciones SOPA y PIPA habían calentado el ambiente. Las revelaciones de la cantidad de millones que se agenciaron sus creadores y la infraestructura internacional que tenían montada son sorprendentes, como también las reacciones de la comunidad de usuarios con justificaciones que van desde alta filosofía hasta el sublime ridículo. Las acciones de colectivos como Anonimous nos alertan que una guerra en el ciberespacio puede ser fatal ante la dependencia que vivimos de un mundo conectado y globalizado.
El asunto es que Megaupload se convirtió en un gigantesco referente de las descargas. Se dice que nada menos el 4% del tráfico diario en Internet se lo llevaba este negocio, el que ha sido clausurado bajo un argumento de haber sido «diseñado para un fin ilegal«.
El lado legítimo de esto
Definitivamente, es necesario por parte de los gobiernos, empresas y profesionales desarrollar políticas de respeto a los derechos de autor. En gran parte de Latino américa es poco atractivo el emprendimiento creativo, tal como escribir libros, producir música, películas o desarrollar herramientas informáticas porque es bastante generalizado que hacer copias ilegales no es un robo, en muchos casos el trabajo de los gobiernos es tan poco que inclusive las oficinas estatales utilizan licencias ilegales y promueven música ambiental «folklórica» que ha sido copiada dañando un autor local que invirtió en su producción.
Los argumentos que el software es carísimo se vuelven realmente ridículos, para poner un par de ejemplos:
¿Porque un programa GIS privativo vale 1,500 dólares? y ¿Porqué hay que pagar 1,300 por cada extensión?
Pues porque el mercado es así, sostener una industria internacional cuesta plata, posicionar el producto y mantenerlo actualizado requiere decisiones de mercadeo que finalizan en colocarle un precio.
Pero también porque con esa herramienta hacemos plata, un solo trabajo de cartografía modestamente cobrado permite que recuperemos esa inversión. Somos más productivos porque hacemos un trabajo de mejor calidad a como lo hacíamos antes con mapas achurados en papel Maila y entrecruzados en una mesa de luz o en el vidrio de la ventana.
No podemos negar que la tecnología nos hace más productivos. Pagamos por una computadora, porque con ella generamos más utilidades, pagamos por un software CAD porque no podríamos agarrar la mesa de dibujo y hacer las cosas con menor productividad. Por eso pagamos en software y hardware, porque lo hacemos en menos tiempo y con la calidad que el cliente exige; ambos casos representan beneficio económico. Harina de otro costal es que algunas empresas confundan la innovación con el consumismo, pero por lo general nadie guarda el teodolito Wild de los años setenta y se compra una estación total solamente porque es más bonita.
Si no nos parece, usamos software Open Source y se acabó. Igual trabajo –y mejor– se puede hacer con una herramienta libre como gvSIG o Quantum GIS. Una lástima que no se pueda decir lo mismo en otras alternativas libres que les falta mucha madurez y sostenibilidad.
¡Es injusto! en Megaupload bajábamos libros que ocupamos en la Universidad, algunos de ellos ya ni siquiera existen.
Seamos serios. Si alguien está en la Universidad, es porque ha aprendido el valor que representa el conocimiento. Hay que invertir en libros, si no tienes plata para ello, entonces te limitas a las posibilidades que hay en la biblioteca de la Universidad. Pero la deficiencia de servicios educativos no es justificante para una práctica ilegal, si fuera así cuando te gradúes andarás por allí robando propiedad ajena para beneficio propio.
Tarde o temprano debemos entender que un título nos hace también profesionales, esto incluye el respeto a la inversión que otros hacen en el conocimiento y que se materializa en un programa informático o un libro. Una vez que tienes tu título, esperas ser más productivo no solo porque aprendiste más, sino porque puedes cobrar mejor; porque supongo que no harás una consultoría y la regalarás por allí para que la empresa que te la encargó haga copias y la distribuya por Internet.
No se trata de filosofía ni religiosidad, simplemente es el respeto al principio universal que dijera Confusio 300 años antes de Cristo:
Lo que no quieras que otros te hagan, no lo debes hacer a ellos.
El lado ilegítimo
Lo incómodo sigue siendo en el equilibrio del derecho internacional. El derecho de quienes usaban Megaupload para almacenar archivos que no violaban el copyright, y que habían pagado por ese servicio. Entonces, pesa más la influencia de 30 empresas que el derecho de millones de usuarios.
Quizá lo que más moleste sea esa costumbre intervencionista que tienen estas potencias para hacer lo que todos ya sabemos. Me pregunto:
Si un terrorista perseguido por el Gobierno de Kuwait se viene a esconder en la región de Tomball, a 1 hora de Houston, ¿Dejarán los norteamericanos que varios países de medio oriente vengan a bombardear varias zonas de Texas hasta que lo encuentren?
Pero ellos sí creen tener derecho a hacerlo en cualquier parte del mundo.
Entonces, retomando lo incómodo de lo que han hecho con Megaupload, es:
¿Que pasaría si con la legislación nueva una empresa demuestra que en los servidores del correo electrónico de Gmail hay almacenado mucho material con derechos de autor?
Si le aplicaran el mismo trato, y decidieran cerrar Google, sin lugar a dudas sería un caos mundial. Pero supongamos que no cierran Google, pero sí lo hacen con el servicio que está permitiendo la acción ilegal y cierran Gmail de un día para otro. Considerando cuanto ahora dependemos de una cuenta de correo electrónico: donde están almacenados nuestros archivos, el seguimiento de nuestro trabajo, el movimiento de nuestros negocios, los contactos, solo de pensarlo causa como ganas de hacerse pipí.
También hay mucho que hablar de la violación a la privacidad. El caso Megaupload demuestra que hay poderes capaces de saber la privacidad en las comunicaciones electrónicas. Y si alguien quisiera usar eso para maldades… da miedo. Más allá que un día se hagan públicas las conversaciones extramaritales de Facebook, Gmail o Yahoo Messenger con solo escribir la dirección electrónica de las dos personas, sería fatal que grandes empresas aprovecharan información de sus competidores para tomar ventaja.
Sobre esto, los servicios P2P y muchas conspiraciones… hay más que hablar y no cabe en este artículo.
¿Y entonces?
Si hay una ganancia en el cierre de Megaupload, es que todas las empresas que se dedican a acciones similares han amanecido revisando sus estrategias, incluidos servicios que todos hemos utilizado y con muy buena calidad como el caso de DropBox o Yousendit. No hay que ser adivinos para predecir que viene una actualización de políticas de uso en estos sitios y mayor supervisión en prácticas que se prestan para la ilegalidad.
No que no las tengan, pero actualmente cuando reportas una violación, el protocolo lleva a la solicitud de tanta información para probar que se es autor o propietario de un producto que dan deseos de olvidar el tema; para que al final solo eliminen el archivo de un usuario, en lugar de generalizar la alerta a la marca que ha sido reportada.
Por el contrario, quien sube películas, música, software o libros no debe probar nada. Solo hay que escribir el nombre de una marca en Google, AutoCAD 2012 para poner un ejemplo, y veremos que los sitios de descarga hacen tanto trabajo de optimización que aparecen primero en los buscadores, inclusive muchas veces antes que la misma empresa fabricante. Google seguro tendrá que hacer ajustes al algoritmo.
Tal como sucedió con Napster, Megaupload no podrá revivir, no de la mano de su autor cuyo historial delictivo es poco menos que desastroso. Posiblemente la comunidad de hackers lo retome, o los sitios que se beneficiaban generando tráfico hacia estos contenidos, pero lo más seguro es que los competidores tomarán acciones para prevenir la ilegalidad con tal de robarle el puesto que se había agenciado Megaupload, que llegaba a 50 millones de visitas diarias. Posiblemente todos ellos estarían muy poco interesados en hacer una huelga de hambre para defender a Megaupload, puesto que con el hambre que le traían, su final podría resultarles dulce venganza. Uno de todos será el reemplazo; eso sí con nuevas reglas ante esta advertencia.
¿Quién será? MediaFire, Filefactory, Quicksharing, 4shared, Badongo, Turboupload… no es cuestión de tiempo, es cuestión de SOPA.
Que sigue
Pues simple, hay que pelear por que la legislación SOPA / PIPA y sus derivaciones en cada país no pasen con ese nivel de superpoderes. Que los políticos no hagan leyes que ni siquiera entiendan, que se reglamente de tal manera que no haya las ambigüedades que ya se han explicado a saciedad por la red.
Para quienes estamos dedicados a trabajar, retomemos más consciencia en que nuestras oficinas usen software legal y avancemos en conocer las alternativas Open Source que tienen mucho que ofrecer.
Para quienes usaban Megaupload de forma legítima, a pelear por que el derecho se les regrese, al menos a poder bajar los archivos que tenían almacenados, subirlos a otro sitio y corregir enlaces que dirigían tráfico hacia esos archivos. Contenidos no protegidos que estaban allí y que representaban aporte cultural, seguro se pueden encontrar en otro sitio.
Y para quienes hacían piratería masiva en Megaupload… a cuidarse porque habían proporcionado mucha información, ahora eso y todo lo que hicieron dentro es conocido por instancias jurídicas.