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De los golpes de estado de Honduras y Paraguay

Primero que nada, inicio aclarando que le llamo golpe de estado porque luego de meses de investigación el informe de la Comisión de la Verdad es el nombre como se denominó al caso de Honduras y es el apelativo que la polémica internacional llevará a dos años de sufrimiento al pueblo Paraguayo.

Las similitudes son muchas, en ambos casos es un pleito social e ideológico entre una corriente conservadora capitalista contra ideas de corte socialista. Los intereses de una clase que ha estado dominando el poder por años contra la amenaza de reformas que atentan contra su estatus. La ignorancia de otros modelos y terquedad por mantener procesos mal copiados de otros contextos.

Difiere, que en el caso de Paraguay, el procedimiento existe tácito en la figura de Juicio Político y que ya ha sido aplicado en varias ocasiones; la polémica es la premura en que se ha ejecutado. En el caso de Honduras debió ser inventado torciéndole el brazo a la ley en una artimaña de abogado zorro que nadie logró digerir bajo el nombre de «Cese automático de funciones» y posterior «Sucesión Constitucional». El informe de la Comisión de la Verdad sugirió finalmente que el Juicio Político debe ser implementado en Honduras y luego de la crisis en Paraguay seguro lo tendremos en un par de años.

También hay gran diferencia entre la aceptación de Lugo de manera pública y su supuesta decisión de permanecer en Paraguay. En el caso Honduras se le sacó del país en pijama y se le colocó en Costa Rica, por supuesto en la bolsa de la pijama todas sus tarjetas de crédito. En ambos casos, más allá de lo folklórico, los dos manifiestan públicamente una irregularidad, un atentado contra la democracia y el mundo les acuerpó. La convulsión social de Honduras llevó a un año de revueltas, lo que no creo sea a tal extremo en Paraguay; la ganancia en esto fue para el naciente partido Libertad y Refundación que lleva al movimiento socialista a un nivel de participación que no deja de preocupar a los dos partidos tradicionales; no porque le tengan miedo extremo sino porque su deteriorado manejo político lo provocó.

De manera similar, los podes del estado continuaron en su lugar, los militares al margen en sus barracas y los medios de comunicación jugando un invaluable papel como quien vende el maní en las gradas del circo. Ofrecidos a sus conveniencias en lugar de mantener la neutralidad.

Y luego la diplomacia internacional con el mismo juego, los países de corte izquierdista no le reconocen, el resto se llama a silencio esperando que pase escena cómica. Me recuerda el ejemplar Tin-tin en América, donde se muestra como nos ven los países del contexto nórdico en medio de golpes de estado y payasadas.

CONCLUSIONES

Definitivamente la política internacional requiere una actualización con mayor vigencia ante los nuevos inventos «made in latinoamérica» con reglas y un rol de la OEA menos insulso en patrones claramente identificados:

  1. El nuevo modelo de golpes de estado. Esto ya constituye un patrón y el juicio político pareciera prestarse para ello. Si bien habíamos visto autogolpes a otros poderes, el «golpe constitucional» al ejecutivo con asidero legal se dará cada vez que los otros dos poderes se pongan de acuerdo.
  2. El nuevo modelo de dictaduras. Tampoco ignoramos que lo que el fenómeno populista viene haciendo con el tema de la reelección perpetua al estilo Hugo Chávez dista en lo mínimo de lo que era una clásica dictadura militar. Con muchas bondades de carácter social, el patrón es demasiado peligroso como para creerse solamente la cereza. ¿Quién lo detiene?
  3. La intervención internacional. Si bien la OEA ya no puede enviar los cascos azules para derribar un gobierno defacto, la carta democrática permite jugar con el lado débil de estos países que se centra en sus tristes economías, el recorte fondos de cooperación, limitación al crédito multilateral y cierre de fronteras. En el caso de Honduras se reconoce que la OEA pudo haber prevenido la crisis o al menos estar más al tanto de lo que estaba sucediendo. Si la OEA no se actualiza, el riesgo de intervencionismo es peligroso.

Y en el caso nuestro, si queremos que los europeos dejen de vernos en tapa rabos, deberíamos entonces dejar de usarlos. ¡Tremendo reto!

Nuestro problema ya no son los golpes de estado o las dictaduras sino nuestra débil participación para exigir que quienes elegimos cumplan sus promesas de campaña, den continuidad a los planes de largo plazo y hagan mayores inversiones en los rubros de educación, salud, vivienda y seguridad social. Mayor educación hará que seamos más cuidadosos al momento de elegir y también nos dará mejores ideas para participar de manera tal que la ley se aplique y disminuyan los vicios de corrupción que actualmente existe por nuestra culpa y no de los políticos.

Debemos caer en la consciencia que nadie nos vendrá a sacar adelante, que cualquier solución deberá salir de nosotros mismos. Por supuesto, que con el aporte de ver lo que les ha funcionado a otros. No tiene nada de malo ir a ver como han hecho los países nórdicos, lo que hace –y no hace– España, lo que hace Estados Unidos, lo que hizo Chile, lo que hace Perú, Costa Rica; ver otros escenarios nos abre la visión y nos da mayores argumentos. No hacer copy/paste y adaptar al contexto políticas de largo plazo que no se boten cada cuatro años y fortalecer la participación ciudadana que es el mayor garante de la continuidad.

Por supuesto, podría ser mucho pedir. Pero hacia allá debemos apuntar y en la medida de nuestro alcance debemos contribuir desde nuestros espacios. Con realismo pero sin perder el optimismo.

Si hay ganancia de estas crisis, es que cada día somos más conscientes de cosas que quizá siempre supimos. Que se haga daño irreversible al bipartidismo, que los gobernantes sepan que les estaremos vigilando y que cada día busquemos más participación …aunque para ello tengamos que botarles mediante el juicio político.

Un punto negativo es si realmente este juicio obedece al freno del abuso y no al pleito de poderes que no suma a la flameada independencia. Sería interesante ver un golpe al Poder Legislativo por estar usurpando labores del ejecutivo con un presupuesto para subsidios en proyectos, por estar usando los fondos del Parlamento para hacer campaña política pese que la ley se lo impide. También es nefasto que el más afectado tras una crisis política es la población pues el deterioro de la economía y la estabilidad social requiere años para recuperarse.

En dos años, el informe de la comisión de la verdad de Paraguay dirá:

  • Que fue un golpe de estado
  • Que todos son culpables
  • Que la amnistía los cubre a todos

En conclusión, que no pasó nada.

geofumadas: Editor de Geofumadas
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