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La crisis en Honduras… sigue

Quienes están de viaje, quedarse donde están, aeropuertos cerrados, mi hijo feliz porque no tendrá su examen.  Toque de queda por más de 24 horas, no negocios, no trabajo, no solución.

El resto, solo una continuidad de la misma novela en que los extremos, cada día se polarizan más… tras casi tres meses de su chispazo.  Es peligroso decir algo, pues el vecino podría estar del otro bando y sería terrible romper una relación de toda una vida por una emoción sincera.  Lo más fácil es pensar que Zelaya o Micheletti (uno de los dos) es el culpable de todo; los humanos somos así, nuestra mente nos lleva a simplificar temas complejos y el cerebro facilita el rompecabezas culpando a una persona, un grupo  reducido, una fecha, una coyuntura o un partido político. 

Al hacer una lectura de los últimos 50 años, todos somos conscientes que las revoluciones son necesarias para crear precedentes y hacer transformaciones significativas. Sería penoso pasar por una crisis sin que se creen raíces para los cambios necesarios (porque los hay) ante una deuda social que  no se puede esconder, costumbres perniciosas de políticos acostumbrados a hacer lo que se les viene en gana, visiones limitadas de la construcción participativa y una brecha entre la realidad y lo que nos venden enlatado.  Para crear cambios hay que escribir, pensar, proponer, soñar… no solo ponerse un pañuelo rojo en la cara o una camiseta blanca (por fuera).  La contingencia está más allá de lo que menciona la Wikipedia, fácil de trabalenguarla, pero no es tan simple llevarla al contexto sin parcializarse.

Contingencia… La contingencia se diferencia de la posibilidad, desde un punto de vista formal, en que la posibilidad incluye afirmaciones o proposiciones que son necesariamente verdaderas como también algunas no necesariamente falsas, mientras que no se puede decir que una proposición es contingente si es necesariamente verdadera.

Unos podemos estar detrás de 105 teclas, con la tranquilidad que no hemos perdido los 125 kbps y creer que “ellos” deben resolver su problema.  Pero también somos humanos en un país prestado, que tenemos familiares y amigos sinceros, unos rompiéndose el pecho con la resistencia, otros con la tanqueta lanzando chorros de agua; ambos, conscientes de su responsabilidad y convicción.   Por eso no podemos dejar de sentir, porque en el fondo somos hermanos y la situación nos hizo defender pensamientos que soltaron la tangente en un momento que desconocemos.

Pero bueno, esperamos que no nos cueste otros 12 años de guerra civil en los meandros del río Araute, que no tengamos que perder más familiares y que de una vez por todas… estos cabrones se pongan de acuerdo.

Después de esto, agradeceremos el espacio que esta crisis nos dio para proponer, y si es posible unir retazos neuronales que tienen sentido, para armar una salida consecuente a las necesidades que no se pudieron esconder en tanto ruido.  También agradeceríamos que algunas personas se hagan a un lado y dejen trabajar a quienes esperan un hueco para aportar…  y por supuesto, espero volver a disfrutar una carne asada con mi vecino el viernes por la noche.

Así es la vida, utópica como el último párrafo, real como el primero y emocionante como el momento que presioné el botón “publicar”… justo 4 minutos antes que se fuera la energía eléctrica.

geofumadas: Editor de Geofumadas
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